Damien Hirst y el enigma de los cuadros de puntos

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El mercado del arte contemporáneo se tambaleó cuando Damien Hirst confesó que de los más de mil cuadros vendidos pertenecientes a la serie de puntos él sólo había pintado los primeros veinte y que los demás habían sido realizados por sus asistentes. Obras valoradas en millones de euros podrían sufrir una drástica caída en su cotización.

El enigma que se planteaba entonces para el mercado del arte era, por un lado, saber exactamente cuantos cuadros habían salido del estudio y, por otro, cuales de todos ellos eran los que habían sido pintados por Hirst. Según declaró el artista, prefiere pagar a sus asistentes porque lo hacen mejor que él, que carece de la paciencia necesaria para completarlos y además se aburre con ello.

En una ocasión una de sus asistentes se despidió del estudio reclamándole una obra de la serie de puntos como compensación al tiempo dedicado. Hirst le dijo que porqué no pintaba ella misma una si quería tenerla, que le iba a salir mucho mejor que a él. La respuesta obvia fue que entonces no sería un cuadro del artista sino una copia.

El enigma de los cuadros de puntos es, en realidad, un ejemplo palmario del poder de la marca, donde incluso el objeto físico pierde todo interés para concentrar su valor de forma absoluta en lo inmaterial.

About Valentín Iglesias

Consultor de marca, diseñador y guitarrista de jazz.

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